Biomovimiento ®
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Mi intención con estos artículos es invitar a revalorar el cuerpo humano más allá de las connotaciones estéticas y valoraciones culturales que le han sido impuestas en cada época histórica.
La idea es repensar la significación del cuerpo humano. Un cuerpo humano dónde habita un espíritu humano. Este cuerpo milagro de la vida que es: animal, vegetativa, racional, pensante, emocional y que posee conciencia de sí y visión de trascendencia. Este cuerpo cuya estructura arquitectónica fue creada para la locomoción y prensión y que atesora el misterio que significa ser humano.
El trabajo del cuerpo
Desde muy temprana edad comprendí -de la manera intuitiva que tienen los niños de acceder al conocimiento- que trabajar con el cuerpo por alguna razón era vital. Los juegos de la infancia, desafíos físicos de trepar muros, colgarse de los árboles, o equilibrarse en una barra hechiza; además eran desafíos sicológicos dónde la mente se fortalecía y flexibilizaba día tras día. Sin embargo no teníamos consciencia de esto. No podíamos ni siquiera imaginar de qué manera potenciaban la fuerza de voluntad, fortalecían la autoestima, agudizaban los sentidos -despertando la conciencia corporal-, y ayudaban al equilibrio emocional.
Era sólo jugar, lanzarse guarda abajo de un columpio en pleno vuelo, saltar la cuerda a velocidades increíbles en avances y retrocesos, girar como un trompo cucarro hasta caer al suelo, pararse de cabeza o caminar sobre las manos, escalar cerros y precipicios durante los veranos; en fin un sin número de actividades propias de los niños.
Hicieron florecer en mí, un particular e intenso sentimiento de intimidad y afecto hacia mi cuerpo. Tiempo después entendí que conectaba con mis procesos internos: mis sensaciones cenestésicas, la producción de endorfinas, mis impresiones cinestésicas; y también me enfrentaba a miedos, desequilibrios, caídas y golpes, que al parecer no tenían ninguna importancia.
El profundo bienestar general, la alegría, y la seguridad en sí mismo, era lo que contaba. En aquel tiempo de niños sentíamos que teníamos poderes mágicos. Años más tarde comprendí, que si los tenemos, sólo hay que saber desarrollarlos.
Al utilizar el trabajo consciente del cuerpo como herramienta de autoconocimiento, e instrumento para el cambio, tenemos el poder de la auto transformación; que nos permite como por arte de magia encontrarnos y adueñarnos de nosotros mismos. El trabajo del cuerpo si se ejerce conscientemente es un trampolín para zambullirse en las profundas aguas de la psiquis, y comprender la naturaleza propia.
Si reboto mecánicamente como una pelota rebota, no es más que eso, estar rebotando como pelota sin conexión mental. Distinto es, si al rebotar conecto con mi columna vertebral y con mi peso. Consciente del desafío que mi estructura hace a la fuerza de gravedad y del impacto que produce en mis articulaciones, lo aminoro, alineando mi espina dorsal y mis piernas. Distinto es, si el rebote lo utilizo concientemente para fortalecer mi voluntad e incrementarla cada día. Me propongo desafíos nuevos para rebotar más y mejor, descubriendo todas las posibilidades del rebote, e inventando otras.
Entonces sabré porqué lo hago, qué me produce emocionalmente hacerlo, y qué busco al rebotar. El mismo rebote mecánico de pelota, se transforma en un acto pensado. Un rebotar que repercute más allá de los músculos, las articulaciones, los ligamentos, y tendones, conduciéndonos a más de algún descubrimiento acerca de nuestro ser. Quizás saber por primera vez, porqué deseo y necesito rebotar, y cuáles son los gananciales que obtengo tanto a nivel físico, como mental.
El movimiento desde el punto de vista de la física mecánica, es un cuerpo que se desplaza en el espacio y en el tiempo.
Aristóteles define al movimiento como “el paso de la potencia al acto”.
Cuando hablamos de movimiento, nos referimos al movimiento perceptible y también al imperceptible movimiento psíquico-mental. Hablamos del cambio, ese movimiento de trasmutación interna reflejado visiblemente en lo externo.
Sabemos que mente y cuerpo están unidos, o al menos esa es su naturaleza original. Más generalmente existe una especie de autismo entre el cuerpo y la mente, caracterizado por la imposibilidad de establecer contacto y generar un diálogo sensible entre ambos; persistiendo una situación de disociación, y de sordera.
El movimiento físico consciente, permite acceder a estratos muy profundos del Ser. El individuo se reintegra afectivamente desde sus órganos, sus huesos, sus células, recuperando el equilibrio.
Movimiento físico y movimiento mental conllevan al cambio, se avanza del caos al orden, de la ignorancia al saber, de lo inacabado a lo acabado, hasta lograr la transformación.
El movimiento es mi instrumento de investigación, y mi cuerpo es mi laboratorio de experimentación: para el trabajo de autoconocimiento, en los hallazgos cotidianos, en la búsqueda de inspiración, y para completar mi desarrollo inconcluso.
Excelente, fantástico, a tu medida. me encanta.
Dale un besito y un abrazo a tu niña Eva de mi parte.
Para tí mis mas grandes consideraciones.
Felicidades.
Guillermo Milán